miércoles, 29 de octubre de 2025

UN DÍA DE TODO SANTOS

Bajó del camión y cargó en su espalda el saquillo donde llevaba sus alimentos para todo un mes. Le acompañaba su joven esposa, que amamantaba una wawita de pocos meses.

El ambarino y diminuto pueblo alojaba soledad y dejadez. Él, como sereno de la repetidora de telecomunicaciones, ya se había acostumbrado a aquel pacífico silencio.

Entró a su casa, que no era más que un cuarto, parte de una hilera de viviendas diminutas, hechas de adobe que, apoyadas a un rocoso y empinado alcor, perdían la luz solar mucho antes del ocaso. Le comentó a su mujer que en la casa contigua vivió una familia hasta hace unos meses, aglutinados todos en aquel pequeño espacio, pero a la muerte de don Julián, esposo y padre abnegado, se marcharon de aquel lugar.  

Acomodados para permanecer en la casa del sereno todo un mes, llegó la noche y con el cansancio del viaje apagaron la luz del único foco que colgaba de la viga principal, sin decir nada se quedaron dormidos.

Fue a la medianoche cuando la pareja despertó al escuchar un fuerte barullo que llegaba de afuera. El hombre asustado se paró tras la puerta, apoyando el oído a la misma. Las voces se acercaban entre risas y jolgorio. La mujer se paró al lado de su esposo queriendo prender la luz; este le pidió en susurros que no lo hiciera. Aquella voz que sobresalía a las otras era la de su vecino, el finado.

El alma de don Julián traía a sus amigos, les decía que en su casa les esperaba un gran banquete y que todos estaban invitados. Cuando llegaron a su casa y el difunto observó que su puerta estaba cerrada con un gran candado, empezó a llorar lastimero. Se preguntaba por qué su familia no le había armado un altar de Todo Santos, como él mismo les había enseñado cuando estaba vivo. Todo esto lo escuchaba la pareja en su casa mientras temblaban de miedo sujetados sus manos.

Después de escuchar los lamentos de aquel afligido espíritu, el sereno no aguantó más; prendió la luz del cuarto, hurgó entre las cosas que había traído de la ciudad, sacó una bolsa de panes, urpus, t’antawawas, bizcochuelos y maicillos que había comprado por goloso, los acomodó en los dos únicos platos que tenían. En el par de jarros que estaban volteados en la alacena, vertió agua y gaseosa que sobró del viaje. Abrió la puerta y al vacío dijo en vos fuerte, "don Julián, estás bienvenido a comer estas ofrendas de Todo Santos a mi casa". Cerró la puerta, apagó la luz y se metió en la cama con su mujer quien rezaba a media voz un padrenuestro, se taparon hasta la cabeza con los phullus con temor extremo.

La pareja no pudo dormir el resto de la noche hasta que salió el sol. Se levantaron temerosos y observaron que el agua y la gaseosa de los vasos acomodados en el altar improvisado de Todo Santos mermaron más de la mitad.



jueves, 23 de octubre de 2025

TRADICIÓN Y TESIS

Llegó el día de la defensa de tesis. La muchacha afligida caminaba de un lado a otro por los pasillos de la universidad, trataba de memorizar algunos datos transcritos en unos papelitos dobleteados por el nerviosismo.  En unos minutos debía empezar con su defensa.

La muchacha era la mejor alumna de su generación. Realizó un excelente trabajo de investigación en la comunidad de su origen parental, un bastión del antiguo señorío aimara rico en tradiciones y costumbres. Los tribunales conocían a detalle el arduo trabajo y empeño que la tesista ocupó por más de un año en su investigación, por lo que la defensa era una formalidad académica, ella ya estaba aprobada, aunque no lo sabía.  

Se invitó a las personas guardar silencio en el auditorio para dar inicio a la defensa. Se hizo las presentaciones formales, se leyó el acta de apertura y antes de que empezara a exponer el tema, interrumpieron en la sala dos señoras de muy avanzada edad, ambas de polleras relucientes, mantillas de vicuña y joyería de calidad, estaban ataviadas como en un día de fiesta patronal. Llevaban en manos exquisitos platos de comida bien servidos con humeantes trozos de cordero al horno, papas, ocas, camotes y una bienoliente ensalada de lechugas con cebollas y tomates.  Se acercaron a la mesa de los tribunales sin hacer caso de las negativas de la tesista, ni de los concurrentes. Invitaron a los tres tribunales un plato de comida como se hace a las autoridades que visitan su pueblo.  Los tribunales impresionados por el desenvolvimiento de las ancianitas, retiraron automáticamente de la mesa los folios y los empastados, dando lugar al suculento manjar que ya había impregnado con su aroma el salón. Agradecieron incrédulos a las diminutas ancianas y de tanto en tanto observaban con ojos confusos a la tesista que se cubría el rostro colorado de vergüenza.

Salieron del salón las ancianas, altivas y orgullosas de apoyar a su nieta, y con una sonrisa en la cara le hicieron una venia augurando parabienes, mientras ella inmóvil acongojada rayaba en el llanto y la frustración. Uno de los tribunales, callando el cuchicheo de los espectadores que concurrían al salón de la universidad, pidió a la muchacha que diera inicio con su exposición mientras llevaba a su boca un trozo de carne. 




COMUNIDAD TARKUS DE ORURO

COMUNIDAD TARKUS 2025 ( PH. Daniel Rodrigo) La Comunidad Tarkus, perteneciente al Conjunto Folklórico y Cultural Phujllay Oruro, fue creada ...