LXIX.
Mi madre
sin haber estudiado psicología aplicaba técnicas avanzadas de conductismo con sus
hijos. Recuerdo un fin de semana que estaba aletargado en mi cuarto, ella entró
a y me pidió que limpiara la sala. Con toda la malagana de mi atorrante
juventud agarré una escoba y observé con la jeta hasta el suelo el amplio salón.
Mi madre que limpiaba el polvo de los cuadros me pidió que escucháramos rock
pesado, ese de los Ángeles del Infierno. Yo encantando coloqué en fila todos los
cassettes en el equipo de sonido a muy buen volumen. Subieron los ánimos y
mientras cantaba a voz en cuello con un “bombril” hice blanquear los parquets,
enceré el piso y acomodé los sillones. Al medio día me pidió escuchar Black Sabbath a la vez de preparar “alguito” para almorzar mientras ella planchaba las ropas.
Exquisito fue el plato que cociné mientras las ollas eran mi batería y las espátulas el micrófono. Después de almorzar me pidió que rebaje el volúmen y vaya a su
cuarto para que hablemos sobre mis calificaciones del colegio. Con el susto que
me produjo aquellas palabras recuerdo que también lavé los trastes y limpié la
cocina; mientras escuchaba Leonardo Favio.