LXXV.
Llegó al pueblo el alcalde con una hermosa lámpara araña para la boda de su hija. Instalada en la sala de su casa cautivó a todos los invitados que no apartaban la vista de los resplandecientes cristales. Desde ese día la lámpara fue parte de toda fiesta en el pueblito, junto al generador de kerosene los pobladores llevaban a sus viviendas como símbolo de prestigio.
Un día recibieron la noticia que llegaría al pueblo una autoridad eclesiástica. Instalaron la lámpara en la iglesia para celebrar solemne misa que programaron para la noche. Por una mala conexión eléctrica se desató un incendio que arrasó con toda la ermita. Atribuyeron la suerte del fatal desenlace a la ostentosa lampara araña y su ambición por la modernidad. Se opusieron por mas de 20 años a que les instalaran energía eléctrica en aquel lejano pueblo.