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domingo, 14 de noviembre de 2021

EL LADRILLO SAGRADO

                                                    LIV.  

En Memoria de Edwin Villazón Nava

Nos colamos a la boda de una pareja de sabayenos, de esos que votan la casa por la ventana. Hicimos una colecta para un regalo, pero las monedas apenas alcanzaron para comprar una almohada. El paquete era voluptuoso; pero muy ligero, por lo que aumentamos un ladrillo recogido de la calle. Pasamos desapercibidos ante la curiosidad de los novios que recibieron el presente y nuestros parabienes sin hacer preguntas. Cuando estábamos alegres a media fiesta bailando con simpáticas señoritas, el maestro de ceremonia paró la música y solicitó que los jóvenes que habían regalado un ladrillo se aproximaran a la mesa de los novios. Descubiertos y con mucha vergüenza tratamos de escabullir en medio de la gente, pero antes de salir del salón fuimos atrapados por los de seguridad. Delante los novios nos disculpamos y tratamos de explicar nuestra conducta, pero para sorpresa nuestra, fueron ellos quienes nos agradecieron; pues en la tradición que tenían, aquel regalo representaba el primer ladrillo de su nueva casa y su nueva vida,  habíamos llevado una bendición a su boda. Debo concluir que desde ese instante nos trataron mejor que a los padrinos.