En colegio había una muchacha de otro curso que me gustaba muchísimo, por ser distraído y tímido jamás le pude hablar. Un día una de sus amigas me invitó a su fiesta de quince años, con el compromiso de acompañar a su amiga, la niña que ama con locura y suerte mía también le gustaba yo. Esa noche, bien lavado y planchado, fui a recoger a mi pareja a su casa. Cuando llegué al callejón que me había indicado la quinceañera no pude recordar detalles de la vivienda. Tomé coraje y entré a la calleja; toqué puertas y timbres por casi una hora, pero nadie conocía a la muchacha. Me fui a mi casa todo apenado y furioso conmigo mismo. Día lunes en el colegio la quinceañera me regañó; por culpa mía su mejor amiga no participó de la fiesta. Traté de explicar lo ocurrido con alguna pequeña esperanza de retomar los "charles"; incrementó su ira diciendo haber repetido varias veces que era la única casa grande frente al callejón y que jamás me lo perdonarían.
sábado, 26 de marzo de 2022
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