LXXXII.
Mujer sencilla, luchando a
escondidas, sonriendo ante las adversidades. Algún momento te echaste el mundo
a la espalda, pero aun así sigues marchando, sin que te retrasen las decisiones
erradas. Desconfías del amor, pero
también crees en él. La noche te sueña y el día te hace engrandecer. La magia
de tu corazón nace con la nobleza de la sanación que brindas sin pedir nada a
cambio, quien percibe esa extraordinaria ración de mujer, sabe que encontró el
embeleso de la vida. Cuando el alma se rompe, eres tú dama de los milagros
quien junta los pedazos hilvanando utopías.
Los misterios de tu intrépida agudeza, rompen el ciclo de las
adversidades y las buenaventuras. Sigue derramando fortaleza de tu interior
para sanar este mundo, que con solo tu sonrisa diáfana sabemos que hay un
mañana mejor.
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