En la cena de Navidad, cuando terminaron de degustar una
exquisita picana, el muchacho pidió un minuto de silencio a toda su familia. Se
levantó empujando torpemente la silla con su pie para atrás, se acuclilló ante
su enamorada; sorprendida ella y con una sonrisa maravillada, aceptó sin dudar
el anillo de compromiso.
Los presentes aplaudieron por tan grata noticia. Uno a uno
se levantaron de sus asientos para felicitar a los novios. La cena navideña
había concluido y los invitados se fueron marchando, augurando una buena vida a
la pareja.
El padre del novio vio una oportunidad de hablar a solas con
su futura nuera y, sin rodeos, le dijo que era una oportunista que acepto casarse
por la riqueza de su hijo. Ella, entristecida, le objetó que aquello era falso,
que amaba a su hijo con todo su corazón. Y en verdad amaba al muchacho; no le
interesaba el dinero del joven, ya que era bien sabido que toda la fortuna le
pertenencia al padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario