XLIII.
Felices y risueños llegaron los niños a la plaza principal. El mayor con siete años llevaba de la mano al menor que había cumplido cinco aquel día. Pidieron unas monedas a sus padres y compraron maíz para alimentar a las palomas. Después de corretear a las aves, el hermano mayor muy emocionado le dice al pequeño que había visto una paloma completamente blanca. El menor piensa unos segundos y le responde que no le cree. El mayor con toda efusión le comenta que esa paloma era la más blanca que jamás había visto en su vida. El pequeño le refuta alegando que eso es imposible. Ofendido el hermano mayor le reclama la desconfianza sobre su avistamiento. Con una inocente explicación y acompañada de la ternura característica de un niño, el hermano menor le responde diciendo: “No hay palomas blanquitas en el mundo, porque ellas también hacen caquita y se manchan”.
Jajajajaja
ResponderEliminarJajaja sincero
ResponderEliminar😊😊😅😅
ResponderEliminar🤣🤣🤣 verdad no mas
ResponderEliminarQué ternura!!
ResponderEliminarMuy cierto, tenía razón el hermano menor.
ResponderEliminarJa, ja qué ternura e inocencia
ResponderEliminarMuy buen final
Me gustó mucho. :)
Ggghhh :) primix me hiciste reír
ResponderEliminar🤣🤣🤣🤣🤣🤣 que sincero
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ResponderEliminar,😄👏👏👏
Hooooo! =D
ResponderEliminarMuy bueno 😂😂😂😂😂
ResponderEliminar😂😂😂😂😏😏
ResponderEliminarJajaja muy bueno tiene razon
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