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miércoles, 21 de julio de 2021

DÍA DE DISFRACES

 L.

Cuando mi sobrino cumplió cinco años, hicimos una fiesta de disfraces familiar. Toda la tarde la pasamos gozando entre golosinas y juegos infantiles. Esa misma noche tenía un examen en la universidad, por lo que me cambié el disfraz y me fui corriendo. Llegué retrasado. Toqué la puerta con temor, porque el docente era conocido por su mal carácter y su intolerancia a la impuntualidad. Abrí la puerta y metiendo la cabeza pregunté si podía pasar. El catedrático me observó con el ceño fruncido y me preguntó si su examen me parecía un chiste. Le contesté que no era así con mucha seriedad, yo estaba consiente que solo me había retrasado un par de minutos. Me envalentoné y dije con voz clara y segura que jamás me burlaría de un docente tan bueno como lo era él. Mis compañeros soltaros algunas sonrisas tapándose la boca y tratando de no ser notados. El docente que no había cambiado de gesto, elevando su tono de voz me dijo; ¡Deje de hacerse el gracioso y tome asiento!. Mucho después me di cuenta que no me había quitado el maquillaje de payaso de la cara.   


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